martes, 30 de marzo de 2010


1982

Provoca la tierra el suspiro del alba
Encierra el silencio eterno del océano
Sepulturas sin señales
Criptas perdidas en el tiempo
Desintegradas por la amargura del descreimiento atroz.
Entonces aparecen sus manos
Atadas sin rastro alguno de sus dieciséis o diecisiete años,
Heladas como el sur
donde permanecen entrelazadas
en actitud de rezo
Pensando en su madre
Ese niño llora
pero con orgullo de hombre
acomoda su casco y avanza la tropa
Está con otros chicos como él
allí en Malvinas congelado hasta los pies
Sin un mendrugo de pan
con una herida abierta en su pecho
Ese soldado mío amigos… es todo…soy yo…
Es sangre que mancha esta tierra, vida, energía
con una sola creencia y la ingenuidad sin filtros
Entrega coraje valor y pecho
Y aunque ya en la agonía no siente ni habla
recuerda su quinto grado
y su madre junto al mástil de la bandera celeste y blanca con brazos abiertos y gentil sonrisa…




Sentí una necesidad de recordar a soldados nuestros olvidados
Símbolo de tantas caras sin nombre, los que han regresado al continente
los han dejado sin respuestas de quienes mandan, como siempre el olvido además del desamparo. Dios ampare a los hombres e ilumine ésta desolación de ruinas, divisiones y racismo aquí y en cualquier parte del mundo.